Literature
Hilos rojos
La viciada atmósfera envolvía a la perfección la bulliciosa ciudad en su incesante ir y venir de gentes tan dispares como sus propios anhelos. Una monstruosa y desalmada urbe que engullía en su vorágine a aquellos que se hacían llamar sus ciudadanos, aunque muchos no parecían darse cuenta, tan inmersos en sus esclavitudes diarias y otras banalidades. El tiempo libre era un bien escaso, muchas de las almas que allí habitaban se limitaban a respirar, sobrevivir sin más propósito que replicar el día anterior hasta la saciedad.
Era lo que Enol llamaba una existencia gris, y personas grises aquellos que la llevaban. Un término que había acuñado p